Una maravilla en diseño de jefes. Si bien la curva de dificultad es algo inclinada al inicio, una vez se supera el primer gran obstáculo el juego se habrá asegurado de que conozcas las mecánicas a fondo.

Su combate rítmico de parry y espadazo sigue siendo mi sistema favorito a día de hoy, y el juego tampoco descuida el apartado artístico (ni de lejos).

Similar a Sekiro, pero cortando todo lo que no sean jefes.

Es un pasillo lleno de diferentes bosses, a cada cual más complicado, que te obligan a dominar las sencillas mecánicas del juego.

El sistema de vida es ingenioso, y el combate satisfactorio. El juego perfecto para los que quieren un desafío tras otro sin más.

Con un apartado artístico absolutamente inspirador y unas mecánicas sencillas pero satisfactorias, Hallownest se ha vuelto uno de mis mundos favoritos que explorar.

Nunca he sido demasiado fan de los metroidvania, pero Hollow Knight lo hace tan bien que es imposible no amarlo.

Lo único bueno que ha salido de Australia.

BoTW es, para mí, el pináculo de los mundos abiertos.

No hay otro juego que haga mejor lo que hace este Zelda: la distancia entre los lugares importantes es la suficiente como para que el mundo no se sienta artificial, pero el camino está lo suficientemente lleno de cosas por hacer que nunca es aburrido ir de un sitio a otro.

Es, probablemente, el juego de Nintendo Switch al que más horas le he echado.

Responsable de mi banda sonora favorita en general (de un solo juego, porque si no encontraría competencia desleal en Pokémon e Inazuma Eleven), he disfrutado tanto de NieR: Autómata que hasta le di cuatro horas (y 20 eurazos de mi cartera) a Replicant antes de dejarlo por aburrimiento.

Una historia hermosa, un mundo fascinante y una filosofía inspiradora, todo detrás de una presentación sublime.

Cuando digo que los videojuegos son arte, pienso en esto, en Red Dead Redemption 2 y en GRIS.

Como nintendero, no crecí con la saga God of War. Cuando oí que estaban haciendo una secuela en 2017 me impresioné con el apartado visual, pero mi atención pasó rápidamente a RDR2. Poco sabía en ese entonces que esta duología se convertiría en una de mis historias favoritas en general y posiblemente mi historia favorita en los videojuegos.

El gameplay es disfrutable, desde luego, y las zonas abiertas están llenas de diálogos interesantes y cosas por hacer; pero donde realmente brillan este par de obras es en su guión y en su dirección tanto visual como musical. Ni he jugado al segundo (no me puedo permitir una PlayStation 5 de momento) y ya se ha convertido en uno de mis trabajos favoritos de Bear McCreary.

Qué le voy a hacer.

A pesar de Pokémon, amo Pokémon. Desde que era bien chico.

Es mi saga favorita, con mis diseños favoritos, mi música favorita, mi núcleo mecánico de RPG favorito... Pero ser fan de Pokémon es como tener una pareja tóxica: tus recuerdos bonitos con ella te impiden dejarla, por muchas capulladas que haga.

Me veréis a los cuarenta jugando a VGC. Ya he admitido que es inevitable.

Tras jugar a la aclamada precuela (que ha eclipsado al original en términos de relevancia), esperaba un título pequeño, ortopédico y con una historia cutrona.

Y, si bien es cierto que en el apartado narrativo se queda corto en comparación con su hermano menor (como el 99% de los videojuegos, en realidad), en el resto de predicciones no podía estar más equivocado.

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El juego se siente incluso más ágil que la entrega de 2018, con un loop de jugabilidad más centrado en actividades entretenidas y menos en pasear por el campo. El mapa no se hace pequeño en ningún momento (aunque, por supuesto, no hay color con el original), y el combate es incluso más disfrutable a ratos.

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En general, es una experiencia más ligera que RDR2 y con una estética western mucho más marcada. No hay obra que ejemplifique mejor por qué amo el desierto estadounidense como ambientación.

Y el DLC es uno de los mejores que he visto; una experiencia terrorífica y totalmente distinta a la del juego base y con un loop de jugabilidad bastante bien exprimido.

LISA es uno de mis RPGs favoritos. Las mecánicas son las esperables en un juego de combate por turnos como este, pero incluso en los efectos de estado se incorporan los temas de la adicción y el abandono que tanto permean esta obra. Es una historia sentida y coherente en un mundo post-apocalíptico con una identidad muy propia, y la presentación musical y visual van de la mano con el tono en todo momento.

Un mini-mundo abierto con un apartado artístico único y un carisma exuberante.

Explorar la isla, planear a su alrededor, hacer los minijuegos que te piden sus curiosos habitantes y en general disfrutar del ambiente con un esquema de control sencillo pero satisfactorio. Un juego de dos horitas que se disfruta más que muchos de sesenta.

Escala la montaña, lo que espera arriba merece la pena.

Aunque disfruto mucho de los Souls, revisitar los primeros después de haber jugado a Elden Ring se me hace difícil. Es un pulido de las mecánicas de combate de mi saga favorita y un mundo abierto bastante denso por su cuenta. ¿Cómo podría no gustarme?

El segundo mundo abierto de la lista; y qué mundo abierto...

RDR2 tiene los escenarios más bonitos que he visto jamás en un videojuego, unas ciudades y pueblos cuidados, un pulido absolutamente absurdo y una de las historias más emotivas que nos han dado los videojuegos (por mucho que la lógica a veces deje que desear).

El gameplay, por otro lado, es tanto profundo como extenso. Me ha acabado gustando muchísimo más de lo que predecía.

Sé que esta es la opinión normie, pero me da igual. A veces las cosas son populares con razón.

El juego con mi ambiente favorito.

Deathcard Cabin es la canción que me ha hecho enamorarme de este tipo de ambientaciones. Los aullidos y sonidos de diferentes animales que se escuchan a cada rato le dan una vida al primer acto que por desgracia los dos siguientes echan en falta.

El juego de cartas, por otro lado, es tan entretenido que un amigo y yo casi imprimimos un set (74$) por nuestra cuenta y nos inventamos un modo multijugador.

La historia es imperfecta, y rompe con el canon previo, pero la parte mecánica es demasiado entretenida como para que no entre en esta lista.

Los artilugios zonnan sumados a la versatilidad de tu repertorio de habilidades, y la diversión de explorar un mundo abierto casi de la misma calidad que el de Breath of the Wild hacen de este un juego al que se le pueden echar cientos de horas sin dejar de disfrutarlo en ningún momento. No me duelen los 70 euros.

Hablando de GRIS:

Nomada Studio parte la pana con su primer juego, creando una banda sonora apabullante que acompaña a una obra visualmente preciosa.

Es corto, es emotivo y es barato. No hay motivos para no jugarlo.

Carismático como el que más y divertido para jugar con un amigo, Cuphead es una oda a la animación estadounidense de los años 30 que se disfruta sobremanera, tanto en los niveles de Run 'n Gun como en los variados y coloridos jefes que se encuentran los hermanos de camino a reunirse con el demonio.

Qué puedo decir, me gustan los puzzles y los villanos carismáticos.

Portal tiene la duración perfecta para no hacerse repetitivo, y explora lo que se puede hacer con su premisa en profundidad.

Y es un clásico, hay que jugarlo.

Si bien las mecánicas no son las más agradables del mundo (aunque tampoco las considero malas para el género), la fascinante relación entre los dos protagonistas que se ve reflejada en comentarios sueltos y en cutscenes por igual es más que suficiente para colocar a este juego en mi lista.

La historia es muy decente comparada con el resto de tramas apocalípticas que he consumido, y el worldbuilding está igualmente pulido, pero si algo hace brillar a The Last of Us es sus personajes.

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Junto con God of War 2018, el motivo por el cual soy fan del arquetipo "Lobo y cachorro".

Devolver Digital no falla jamás.

Ideal para partidas de media horita, Loop Hero es un roguelike donde vas complicando el bucle que atraviesa el protagonista con cartas que te sueltan los enemigos al matarles.

Con una estética alucinante, una mecánica muy enganchante, una interfaz gloriosa, un control diseñado para la comodidad y un sabor muy único, es un juego que me ha enamorado en pocas runs.